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Conoce más sobre la leyenda de la mina de sal de Zipaquirá

Escrito por Wynwood House | Apr 22, 2025 10:22:20 PM

En el corazón de Colombia, a solo una hora de Bogotá, se encuentra uno de los destinos turísticos más fascinantes del país: la Catedral de Sal de Zipaquirá. Pero más allá de su imponente arquitectura subterránea y su importancia como obra de ingeniería, este lugar está envuelto en una historia ancestral que nace de la cosmovisión indígena.

Se trata de una leyenda cargada de misticismo, devoción y elementos naturales que hoy sigue cautivando a quienes visitan este templo tallado en la profundidad de la montaña.

En el siguiente artículo de Wynwood House te contamos un resumen de la leyenda de la mina de sal de Zipaquirá.

Una experiencia turística única en Colombia

Visitar la Catedral de Sal no solo es una experiencia religiosa o arquitectónica; es también un viaje al corazón de una leyenda que continúa viva en la memoria colectiva.

Muchos viajeros afirman sentir una energía especial en el lugar, como si algo sagrado aún habitara en sus paredes. Otros se dejan maravillar por las historias locales que aún hoy se cuentan entre los habitantes de Zipaquirá.

Para quienes buscan turismo cultural, espiritual o simplemente un destino inolvidable, Zipaquirá ofrece una mezcla perfecta de historia, naturaleza y misticismo.

Detrás de cada roca de sal, detrás de cada sombra proyectada por la tenue iluminación, parece resonar la voz de aquella joven indígena que, movida por su amor al sol, transformó la oscuridad en un paraíso brillante.

El origen mítico: la diosa de la sal y la conexión con el sol

La leyenda de la mina de sal de Zipaquirá tiene sus raíces en el pueblo muisca, una civilización indígena que habitaba el altiplano cundiboyacense mucho antes de la llegada de los conquistadores españoles.

Para los muiscas, la sal no era solo un mineral valioso para la conservación de alimentos o el comercio; era también un elemento sagrado, cargado de simbolismo y asociado con la pureza, la vida y la energía del sol.

Cuenta la leyenda que en lo más alto de las montañas de Zipaquirá vivía una joven mujer indígena conocida por su profunda espiritualidad. Día tras día, subía a la cima para contemplar el sol durante horas.

No era un simple acto de contemplación: ella ofrecía flores silvestres, recitaba antiguos cantos y compartía historias que solo el viento escuchaba.

La joven sentía una conexión tan intensa con el astro rey que, en ocasiones, aseguraba transformarse en río, escarabajo o nube. Su alma parecía desdoblarse con la naturaleza, fundiéndose con el paisaje y el misterio de la tierra.

El encierro y la transformación de la montaña

El Sipa, líder espiritual y político del pueblo muisca, observaba con preocupación el comportamiento de la joven. Temía que su entrega total al sol la alejara del mundo terrenal y de su comunidad. Por ello, decidió encerrarla en una cueva oscura dentro de la montaña, esperando que, alejada de la luz solar, su fervor se apaciguara.

Pero la historia dio un giro mágico e inesperado. En lugar de apagar su devoción, el sol, en un acto milagroso de amor y compasión, creó una rendija en la cueva. Por esa pequeña grieta, un rayo de luz logró penetrar la oscuridad. Entonces, ocurrió lo extraordinario: la cueva comenzó a transformarse desde dentro.

Lo que antes era un espacio frío y sombrío, se convirtió en un palacio resplandeciente de sal. Las paredes se volvieron blancas y brillantes, decoradas con estalactitas relucientes. Surgieron lagos cristalinos, lirios de sal, peces plateados y árboles con frutos luminosos que no existen en ningún otro lugar del mundo.

La joven encontró consuelo en ese nuevo mundo. El santuario que surgió a su alrededor no era producto de la minería ni del esfuerzo humano, sino de una intervención celestial.

El anillo de sal y la estela sagrada

Una mañana, al despertar en su palacio de sal, la joven descubrió un anillo en su dedo. No era un anillo común, sino una sortija hecha del diamante más puro de las salinas de Zipaquirá.

Este regalo del sol era símbolo de su unión sagrada, una especie de pacto eterno entre lo divino y lo terrenal. 
A partir de entonces, se decía que ella tenía una influencia astral: podía hablar con las estrellas, predecir el clima y sanar con sus palabras.

Con el cabello suelto y el corazón henchido de alegría, salió corriendo por los túneles de la montaña, dejando tras de sí una estela brillante. Esta estela no era otra cosa que sal pura, que se extendía por cada rincón que tocaba.

Según la leyenda de la mina de sal de Zipaquirá, ese fue el origen de los extensos depósitos de sal que hoy forman la base de la Catedral de Sal de Zipaquirá.

La Catedral de Sal: un santuario que une el pasado con el presente

Actualmente, la Catedral de Sal de Zipaquirá es uno de los lugares turísticos más visitados de Colombia. Esta maravilla subterránea, ubicada a 180 metros bajo tierra, combina la ingeniería moderna con la espiritualidad ancestral.

Es un espacio de reflexión y asombro, donde cada rincón evoca la fuerza de la naturaleza y la profundidad de las creencias indígenas.

Caminar por sus túneles es adentrarse en la montaña, pero también en la historia. Las luces que iluminan las esculturas talladas en sal y roca evocan los destellos de aquel mundo mágico que surgió de una rendija. 
Aunque la catedral actual fue construida por manos humanas, su esencia sigue vinculada a esa antigua leyenda de amor, transformación y sal.

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Frequently Asked Questions

1. ¿Cuál es el origen mítico de la Catedral de Sal de Zipaquirá?

Según la leyenda muisca, la Catedral de Sal nació de la transformación mágica de una cueva dentro de la montaña, como respuesta del sol al encierro de una joven indígena profundamente devota.

2. ¿Qué simboliza el anillo de sal en la leyenda de Zipaquirá?

El anillo que apareció en el dedo de la joven indígena simboliza su unión sagrada con el sol. Hecho del diamante más puro de las salinas, representa la fusión entre lo divino y lo terrenal.

3. ¿Qué relación tiene la leyenda con la actual Catedral de Sal?

Aunque la Catedral de Sal actual fue construida por manos humanas, la leyenda forma parte de su esencia espiritual y cultural. Muchos elementos del santuario, como la luz, los túneles y el simbolismo de la sal, evocan el relato mítico.